Calentando mentes, el cambio climático en el cerebro
¡Oye, lectores intrépidos de ciencia y locuras medioambientales! Les tengo una primicia que hará que sus cerebros den vueltas más rápido que una licuadora en modo smoothie. Hoy, en Nature Climate Change, un grupo de cerebrólogos de la Universidad de Viena, junto con unos cuantos genios de las universidades de Ginebra, Nueva York, Chicago, Washington, Stanford, Exeter y el Instituto Max Plank de Berlín, nos están contando cómo el cambio climático está jugando al escondite con nuestras mentes.
La jefa del escuadrón, la Dra. Kimberly C. Doell, nos dice: “Sabemos desde hace siglos que nuestro entorno puede hacer que nuestras mentes den tumbos, pero ahora estamos echando un vistazo a cómo el cambio climático, esa bestia global, podría estar preparando una fiesta alocada en nuestros cerebros. Con huracanes, olas de calor y toda esa parafernalia climática, más la contaminación del aire y el estrés climático, es hora de que entendamos cómo todo esto afecta a nuestra masa encefálica, solo así podremos empezar a idear maneras de mantener nuestras mentes en línea”.
Desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, los científicos han sabido, gracias a ratones valientes, que el ambiente puede dejar huella en el desarrollo cerebral y sí, lo mismo pasa con nosotros, los humanos. Crecer en la pobreza, toparse con toxinas y vivir entre incertidumbre puede cambiar nuestro cerebro más rápido que un chico cambia de canción en su lista de reproducción. Ahora, estos científicos audaces están pidiendo que investiguemos cómo los fenómenos extremos, como olas de calor que te hacen derretir como helado en verano, sequías, huracanes y toda la parafernalia de la Madre Naturaleza, pueden estar remodelando nuestras mentes.
Cambios en la estructura, la función y la salud cerebral podrían ser la nueva realidad y no crean que la neurociencia se queda fuera de la fiesta. El Dr. Mathew White, de las Universidades de Exeter y Viena, nos dice: “Si entendemos cómo trabaja nuestra chispa cerebral en relación con nuestras motivaciones y emociones, podríamos predecir mejor por qué a veces hacemos cosas medio raras con el medio ambiente. Necesitamos empezar a ver el cambio climático y nuestros cerebros como amigos que cuentan secretos, y trabajar juntos para evitar los peores desastres”. Así que ahí lo tienen, exploradores del conocimiento, el cambio climático no solo está afectando el clima, ¡también está dando vueltas a nuestras cabezas! ¡Manténganse informados y no dejen que sus cerebros se derritan como un helado bajo el sol del cambio climático!
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