El cerebro en confinamiento, ¿ tiene “antojos” de interacciones sociales?

Cuando tenemos hambre y vemos comida, se produce en el cerebro una reacción química, que se conoce como antojo, se había demostrado que este mecanismo también se activaba en los drogadictos que tenían síndrome de abstinencia. Pero, ¿cuándo añoramos el contacto social? Un grupo de neurocientíficos del MIT (Massachusetts Institute of Technology) han realizado un impactante experimento para ver cómo se activa la denominada sustancia negra de nuestro cerebro ante situaciones de confinamiento y aislamiento social,  sus conclusiones son claras: en soledad también tenemos antojos de compañía.

Sus pruebas se realizaron antes del confinamiento, en 2018, en un grupo controlado de estudiantes; anteriormente, en 2016, ya habían identificado que los cerebros de ratones activaban neuronas ante sentimientos de soledad y generaban un impulso para la interacción social después del aislamiento. También se sabía que los humanos demostraban ansiedad ante la falta de contacto, había llegado la hora de descubrir cuál era la base neurológica de estos sentimientos.

Para ellos, realizaron un experimento muy impactante, metieron a 40 voluntarios sanos, estudiantes universitarios, y los confinaron individualmente en una sala sin ventanas durante diez horas. No tenían móviles, solo podían usar una computadora para contactar en caso de necesidad con los investigadores; les dejaban la comida en la puerta y, cuando acabó el experimento, ellos solos se tenían que meter en el escáner sin poder hablar con el científico que les iba a realizar la resonancia magnética mientras veían imágenes de interacciones sociales en una pantalla. 

No terminaba ahí el estudio, en un día diferente, los participantes se sometieron a diez horas de ayuno, después, les escanearon mientras miraban imágenes de alimentos, imágenes de personas interactuando e imágenes neutrales como flores; según sus conclusiones, en el aislamiento se activa la región denominada sustancia media, una estructura diminuta situada en el cerebro medio, que anteriormente se había relacionado con los antojos de hambre y los antojos de drogas. 

Los investigadores descubrieron que después de un día de aislamiento total, la visión de las personas divirtiéndose juntas activa la misma región del cerebro que se ilumina cuando alguien que no ha comido en todo el día ve la imagen de un plato de pasta con queso. Las personas que se ven obligadas a estar aisladas anhelan interacciones sociales de manera similar a como una persona hambrienta anhela la comida, El hallazgo encaja con la idea intuitiva de que las interacciones sociales positivas son una necesidad humana básica, y que la soledad aguda es un estado de aversión que motiva a las personas a reparar lo que les falta, de forma similar al hambre.

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