Este robot blando resiste presiones aplastantes en las mayores profundidades del océano.

Las tremendas presiones en estas profundidades abismales, la zona oceánica más profunda, entre 6.000 y 11.000 metros, presentan un duro desafío de ingeniería, los robots tradicionales de aguas profundas o los sumergibles tripulados están fuertemente reforzados con armazones de metal rígido para que no se arruguen, pero estos buques son voluminosos y pesados,  el riesgo de falla estructural sigue siendo alto.

Para diseñar robots que puedan maniobrar con gracia a través de aguas menos profundas, los científicos han buscado inspiración en criaturas oceánicas de cuerpo blando, como el pulpo, casualmente también existe una musa de aguas profunda el pez caracol Mariana hadal, un pez traslúcido en su mayoría blandito que vive hasta 8.000 metros de profundidad en la Fosa de las Marianas. Estos peces están bien adaptados para vivir en ambientes de alta presión, en aguas profundas, con cráneos solo parcialmente endurecidos y cuerpos suaves, aerodinámicos y energéticamente eficientes.

Los robots de exploración autónomos requieren componentes electrónicos no solo para impulsar su movimiento, sino también para realizar diversas tareas, ya sea probar la química del agua, iluminar y filmar a los habitantes de las fosas oceánicas profundas o recolectar muestras para traerlas de regreso a la superficie. Bajo la presión del agua, estos componentes electrónicos pueden chocar entre sí.

El diseño del nuevo robot blando se inspiró en el pez caracol de aguas profundas , que está adaptado para vivir en los entornos de muy alta presión de las partes más profundas del océano. El cráneo del pez caracol no está completamente osificado o endurecido, lo que permite que las presiones externas e internas se igualen. Separar los sensibles componentes electrónicos del robot y envolverlos en silicona evita que las partes se aprieten. Los robots aleteando las aletas están inspirados en las delgadas aletas pectorales de los peces (aunque el pez real no usa sus aletas para nadar). El equipo también diseñó un cuerpo blando que se asemeja ligeramente al pez caracol, con dos aletas que el robot puede usar para impulsarse a través del agua, para agitar las aletas, el robot está equipado con baterías que alimentan los músculos artificiales: electrodos intercalados entre dos membranas que se deforman en respuesta a la carga eléctrica.

Se sabe que las trincheras de aguas profundas están repletas de vida microbiana, que felizmente se alimenta de la bonanza de material orgánico, desde algas hasta cadáveres de animales, que llega al fondo del mar. Esa actividad microbiana insinúa que las trincheras pueden desempeñar un papel importante en el ciclo del carbono de la Tierra, que a su vez está vinculado a la regulación del clima del planeta.

¡Increíble! ¿No?

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