La voluntad de sobrevivir podría llevar a la IA al siguiente nivel

La ficción está llena de robots con sentimientos, como ese niño emocional David, interpretado por Haley Joel Osment, en la película O WALL•E, quien obviamente tenía sentimientos por EVE-uh, el robot en Lost in Space sonaba bastante emotivo cada vez que advertía a Will Robinson del peligro, sin mencionar todos esos robots emotivos y locos de Westworld. Pero en la vida real los robots no tienen más sentimientos que una roca sumergida en novocaína, sin embargo, podría haber una manera de dar sentimientos a los robots, según los neurocientíficos. Simplemente construya el robot con la capacidad de sentir el peligro para su propia existencia, entonces tendría que desarrollar sentimientos para guiar los comportamientos necesarios para asegurar su propia supervivencia.

Entonces, investigadores proponen una estrategia para brindar a las máquinas (como robots o androides con apariencia humana) el equivalente artificial del sentimiento, en esencia, esta propuesta requiere máquinas diseñadas para observar el principio biológico de la homeostasis (estado de equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo que se necesitan para sobrevivir y funcionar correctamente). Esa es la idea de que la vida debe regularse a sí misma para permanecer dentro de un rango estrecho de condiciones adecuadas, como mantener la temperatura y el equilibrio químico dentro de los límites de viabilidad. 

La conciencia de una máquina inteligente de características análogas de su estado interno equivaldría a la versión robótica de los sentimientos. Tales sentimientos no solo motivarían el comportamiento de autoconservación, sino que también inspirarían a la inteligencia artificial para simular más de cerca la cosa real. Las máquinas inteligentes típicas están diseñadas para realizar una tarea específica, como diagnosticar enfermedades, conducir un automóvil, jugar Go o ganar en Jeopardy!, pero la inteligencia en un campo no es lo mismo que la inteligencia similar a la humana más general que se puede implementar para hacer frente a todo tipo de situaciones, incluso aquellas nunca antes encontradas.

Los sentimientos surgen de la necesidad de sobrevivir, cuando los humanos mantienen un robot en un estado viable (todos los cables conectados, la cantidad correcta de corriente eléctrica, temperatura agradable), el robot no tiene necesidad de preocuparse por su propia conservación, por lo tanto, no tiene necesidad de sentimientos: indica que algo necesita reparación. Los sentimientos motivan a los seres vivos a buscar estados óptimos para la supervivencia, contribuyendo a que las conductas mantengan el equilibrio homeostático necesario. Una máquina inteligente con un sentido de su propia vulnerabilidad debería actuar de manera similar de manera que minimice las amenazas a su existencia, sin embargo, para percibir tales amenazas, un robot debe estar diseñado para comprender su propio estado interno.

Un robot capaz de percibir riesgos existenciales podría aprender a idear métodos novedosos para su protección, en lugar de confiar en soluciones preprogramadas.

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