Sorprendentemente, los humanos reconocen los gritos de alegría más rápido que los gritos de miedo

Los gritos de alegría parecen ser más fáciles de comprender para nuestro cerebro que los gritos de miedo, sugiere un nuevo estudio. Los resultados agregan una nueva capa sorprendente a la noción de larga data de los científicos de que nuestros cerebros están conectados para reconocer y responder rápidamente a los gritos de miedo como un mecanismo de supervivencia.

El estudio analizó diferentes tipos de gritos y cómo los perciben los oyentes. Por ejemplo, el equipo pidió a los participantes que imaginaran ser atacados por un extraño armado en un callejón oscuro y gritan de miedo e imaginan que su equipo favorito gana la Copa del Mundo y gritan de alegría. Cada uno de los 12 participantes produjo siete tipos diferentes de gritos: seis gritos emocionales (dolor, ira, miedo, placer, tristeza y alegría) y un grito neutral donde el voluntario simplemente gritó en voz alta la vocal ‘a’.

Luego como tarea para la investigación, se pidió a 33 voluntarios que escucharan los gritos y se les dio tres segundos para clasificarlos en uno de los siete gritos diferentes. En otra asignación, a 35 voluntarios diferentes se les presentaron dos gritos, uno a la vez, y se les pidió que clasificaran los gritos lo más rápido posible mientras aún trataban de tomar una decisión precisa sobre qué tipo de grito era, ya sea gritos alarmantes de dolor, ira o miedo o gritos no alarmantes de placer, tristeza o alegría. Los participantes tardaron más en completar la tarea cuando involucra miedo y otros gritos alarmantes, y esos gritos no eran tan fácilmente reconocibles como no alarmantes.

En otro experimento, 30 voluntarios diferentes se sometieron a imágenes de resonancia magnética funcional, mientras escuchaban los gritos. Los gritos menos alarmantes provocaron más actividad en las regiones auditiva y frontal del cerebro que los gritos más alarmantes, descubrió el equipo, aunque aún no está claro por qué respondemos de esa manera.

El estudio muestra la comunicación de los gritos y las formas en que entendemos que la vocalización es diversa en los humanos, en comparación con otros mamíferos cuyos gritos suelen estar asociados con situaciones alarmantes como el peligro. El trabajo desafía la visión dominante en neurociencia de que el cerebro humano está principalmente sintonizado para detectar amenazas negativas.

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